No decepciones a tu padre de Carme Chaparro
¿Cómo llegué a este libro? Por tres cosas: era una de las novedades del otoño de 2021, ya había leído las dos anteriores y era una novela negra.
Es la tercera de la Trilogía de la inspectora jefa de homicidios, Ana Arén. “No soy un monstruo” y “La química del odio”, son las anteriores.
Entretenida y de fácil lectura. Nada es lo que parece.
Asesinatos terribles copiados de antiguos sacrificios, corrupción, trata de blancas, poder, el negocio del porno, mafias, prostitución y relaciones familiares toxicas.
Personajes muy creíbles viven una trama complicada, en el presente y el pasado, con la venganza como hilo conductor.
No tienes que haber leído los anteriores para seguir la trama. Son historias independientes, con la misma inspectora como protagonista.
Agradezco enormemente el trabajo de investigación de Carme. Las torturas que aparecen en la novela son reales. Entre las que se citan esta la ejecución de Marco Licinio Craso, en el año 53 a.C., y la de la filósofa y matemática Hipatia de Alejandría. No os cuento como para no desvelar nada de la novela.
Comprometida con una ONG que ayuda a mujeres, ha declarado que con esta novela: “Quería que los lectores supieran cuál es la tortura física y psicológica que hay detrás de la mayoría de mujeres a las que envían a prostíbulos». Y, lo consigue.
- Editorial Espasa
- N.º de páginas: 484
Opinión personal: Para amantes de novela negra. Abstenerse los que no les guste que les salpique la sangre.
Sólo una pega. Después de leídos los tres libros de la inspectora Ana Arén el final me ha parecido ñoño, aunque reconozco que me ha sorprendido.
Todos el enamoramiento de Ana y el final no me cuadra con el personaje duro que es la inspectora.
Pero Carme es la que decide como terminar su trilogía.
Tengo que reconocer que en mi familia nunca se ha utilizado la frase” No decepciones a tu padre”, pero era muy habitual en muchas de mi generación.
Feliz de reconocer los apellidos de las familias protagonistas, me recuerdan a mis antiguas compañeras de televisión. O serán imaginaciones mías…