El abanico de seda

El abanico de seda de Lisa See

¿Cómo llegué a este libro? Fue una de las recomendaciones de Laura @reading.journaloflaura en el #Marzoasiático de Instagram.

No había leído nada de la autora. Lisa See nació en Paris, pero creció en el Chinatown de Los Ángeles, donde su abuelo era importante dentro de la comunidad china (Fong,See).

La autora siempre ha estado vinculada a la historia China. Y al conocer el “nu shu”, la escritura secreta de las mujeres, viajó en 2002 a Huan para documentarse.

Ambientada en la China rural del S.XIX. La protagonista y narradora es Lirio Blanco,  una anciana de 80 años que nos cuenta cómo se vivía en China desde 1823, año de su nacimiento.

Descubrimos las tradiciones de la época, el vendado de pies, el destino de las mujeres en manos de los hombres, las «laotong», la reclusión en la habitación de la parte de arriba de las casas, las diferencias entre los hijos, según el sexo…

Portada El abanico de seda

Lirio Blanco estaba unida a Flor de Nieve, su “laotong” (almas gemelas), una historia de amor incondicional.

Estructurada en capítulos cronológicos, según avanza la novela nos iremos acercando a la vida actual de la anciana.

  • Nº de páginas: 317
  • Editorial: Altaya.
  • ISBN: 9788448722722
  • Traducción: Gemma Rovira Ortega
  • Título original: Snow Flower and the secret fan

Opinión personal: Duro y muy tierno. Te gustará si te llama la atención la antigua cultura china y cómo vivían las mujeres de la época.

A pesar de que el libro se gestó alrededor de la escritura secreta que crearon  las mujeres para poderse comunicar entre ellas. Lo que más me ha impresionado es el tema del vendaje de los pies (que no se abolió, del todo, hasta 1951).  

Una verdadera dama debe eliminar la fealdad de su vida. La belleza sólo se consigue a través del dolor. La paz sólo se encuentra a través del sufrimiento. Yo te vendo los pies, pero tú tendrás tu recompensa.

Página 41 y 275

Me impresiona que estas tradiciones se llevaran hasta el extremo de ver morir a las hijas (por las infecciones). Y lo que significaba el tamaño conseguido.

El tamaño de mis pies determinaría mis probabilidades de contraer un buen matrimonio. Mis diminutos pies serían ofrecidos a mis futuros suegros como prueba de mi disciplina personal y de mi capacidad para soportar los dolores del parto y cualquier desgracia que pudiera sobrevenirme…Y aunque en aquella época yo no lo sabía, mis pies serían algo que fascinaría a mi esposo durante los momentos más íntimos y privados entre un hombre y una mujer.

Página 46

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